jueves, 31 de julio de 2008

ANIBAL: EL PEOR ENEMIGO DE ROMA.





CARACTERISTICAS GEOGRAFICAS:


Cartago (antigua), antigua ciudad, situada en la costa septentrional de África, cerca de la actual ciudad de Túnez. Su legendaria fundadora y primera reina sería la mitológica Dido, pero la historiografía ha determinado que los fenicios establecieron Cartago como puesto comercial probablemente hacia finales del siglo IX a.C. Los primeros objetos desenterrados por los arqueólogos en el emplazamiento datan del 800 a.C. La ciudad era conocida por sus habitantes púnicos (nombre por el que los romanos identificaban a los cartagineses) o fenicios como la Ciudad Nueva, probablemente para distinguirla de Útica, la Ciudad Vieja. Construida en una península que sobresale del golfo de Túnez, Cartago tuvo dos espléndidos puertos, conectados a través de un canal. Por encima de los puertos, sobre una colina, se encontraba la fortaleza amurallada de Byrsa.

PERSONAJES DESTACADOS:

Amílcar Barca (c. 270-228 a.C.), general cartaginés, comandante del ejército en Sicilia durante la primera de las Guerras Púnicas entre Cartago y Roma, padre de Aníbal y Asdrúbal Barca y suegro de Asdrúbal. En el 247 a.C., después de establecerse en las montañas cercanas a Panormus (la actual Palermo), Amílcar realizó frecuentes incursiones en el suroeste de la costa itálica. Esto obligó a los romanos a retirar muchas de sus tropas desde la ciudad portuaria de Lilibeo (actual Marsala), dejando libre una importante ruta cartaginesa de suministros. La derrota de la flota cartaginesa en el 241 a.C., sin embargo, terminó con la guerra y las negociaciones de paz obligaron a Cartago a ceder Sicilia y pagar fuertes indemnizaciones financieras. Cuando el gobierno de Cartago se negó a pagar a los mercenarios que Amílcar había reunido para la campaña siciliana, sus tropas, a las que se habían unido esclavos libios, se sublevaron. Se pidió a Amílcar que reprimiera la sublevación y consiguió vencer a los rebeldes en el 238 a.C.

Fue nombrado comandante en jefe del Ejército un año después, y comenzó la ocupación de Hispania, desde donde pensaba lanzar un importante ataque sobre Roma. Fundó la ciudad de Akra Leuké, cerca de Alicante, que convirtió en el centro de operaciones de su ejército, para lo cual estuvo nueve años organizando las tribus conquistadas de la zona este y sur de Hispania. Murió ahogado cuando huía tras caer derrotado frente a un jefe de los oretanos (miembros de un pueblo ibero), cerca de la actual ciudad alicantina de Elche.


Asdrúbal (c. 270-221 a.C.), general cartaginés, que sucedió a su suegro, Amílcar Barca, como comandante del ejército cartaginés en Hispania en el año 228 a.C. Expandió las posesiones cartaginesas en la nueva provincia, haciendo uso de la diplomacia, fundó una capital nueva, Cartago Nova (actualmente Cartagena, España), y negoció un tratado con Roma que determinó los límites de los territorios cartagineses en el curso del río Ebro. Fue asesinado por un esclavo celta en una disputa particular; le sucedió su cuñado Aníbal.

Aníbal (247-182 a.C.), general y político cartaginés, hijo de Amílcar Barca, cuya marcha sobre Roma desde Hispania a través de los Alpes entre el 218 y el 217 a.C. sigue siendo una de las hazañas más grandiosas de la historia militar.

Publio Cornelio Escipión Emiliano, apodado el Segundo Africano (c. 185-129 a.C.), general romano, nieto adoptivo de Escipión el Africano. Después de servir en las campañas militares romanas en Macedonia, se convirtió en tribuno militar para Hispania en el 151 a.C. Al estallar la tercera Guerra Púnica, Escipión, que era estimado por el Ejército romano y por el pueblo, fue elegido cónsul en el 147 a.C. e investido jefe supremo. Después de un año de dura lucha, Escipión capturó y arrasó Cartago. Regresó a Roma, ganándose el derecho a heredar el apodo de Africano.


Catón el Viejo (234-149 a.C.), político y escritor romano, su verdadero nombre era Marco Porcio Catón y también fue conocido como Catón el Censor
En el 157 a.C. fue enviado a África para actuar como árbitro entre los miembros de las tribus cartaginenses y númidas. Durante esta visita se obsesionó con la idea de que la ciudad de Cartago, a la que repugnaba tanto por su lujo como por su riqueza, y que despertó su xenofobia, era una amenaza para Roma. Hasta su muerte, finalizó todos sus discursos con las palabras: “Delenda est Carthago” (“Cartago debe ser destruida”).

LA MARCHA DE ANIBAL

La marcha de Aníbal hacia Italia La marcha de Aníbal desde la península Ibérica hasta la Itálica es considerada como una de las grandes hazañas de la historia militar. Como comandante de las tropas cartaginesas, movilizó un gran ejército que cruzó el río Ródano y los Alpes a lomo de sus elefantes.Hulton Deutsch

La marcha de Aníbal sobre Roma comenzó en el 218 a.C. Partió de Cartago Nova (actual Cartagena), en Hispania, con un ejército de aproximadamente cien mil hombres, incluida la caballería y un número considerable de elefantes para transportar materiales y más tarde utilizarlos en la batalla. Cruzó los Pirineos y el río Ródano, atravesó los Alpes en quince días, a pesar de las tormentas de nieve, los desprendimientos de tierra y los ataques de las tribus hostiles de las montañas. Reclutó más hombres entre los ínsubros, un pueblo celta asentado en el norte de Italia, para compensar la pérdida de casi la mitad de sus hombres durante la larga marcha, y dominó a una tribu hostil a los ínsubros. Entonces obligó a las tribus ligures y celtas de la parte superior del curso del río Po a entrar en una alianza. Causó derrotas aplastantes a los romanos mandados por Publio Cornelio Escipión (el padre de Escipión el Africano) en las batallas de los ríos Tesino (Ticino) y Trebia (218 a.C.), y bajo el mando del cónsul romano Cayo Flaminio Nepote en el lago Trasimeno (217 a.C.). Después de cruzar los Apeninos e invadir las provincias romanas de Picenum y Apulia, Aníbal regresó a la fértil región de Campania, la cual asoló.

El general romano Quinto Fabio Máximo Verrucoso fue enviado desde Roma para oponerse a Aníbal, y adoptó una estrategia muy cauta. Evitó todo encuentro decisivo con las tropas cartaginesas, no obstante tuvo éxito manteniendo alejado de Roma a Aníbal, lo que permitió a los romanos recuperar sus reservas militares. Aníbal invernó en Gerontium, y en la primavera del 216 a.C. tomó posiciones en Cannas, junto al río Aufidus (actual Ofanto). Allí aniquiló al ejército romano compuesto por más de 50.000 hombres bajo el mando del cónsul Lucio Emilio Paulo, quien murió en la batalla. Cayo Terencio Varrón (muerto después del 200 a.C.) escapó con el remanente del ejército romano. Los cartagineses perdieron aproximadamente 5.700 hombres.

El curso de la guerra cambió gradualmente en contra de Aníbal. El gobierno cartaginés se negó a enviarle refuerzos. Marchó sobre Neapolis (Nápoles), pero fracasó en la toma de la ciudad. Sin embargo, Capua, una de las ciudades italianas que cayeron bajo dominio de Aníbal después de la victoria de Cannas, le abrió sus puertas y allí pasó el invierno del 216-215 a.C. En el 211 a.C., Aníbal intentó tomar Roma, pero los romanos mantuvieron con éxito sus posiciones. Entonces, los romanos recuperaron Capua, con lo cual Aníbal perdió la lealtad de muchos de sus aliados itálicos y las esperanzas de reponer sus tropas con nuevos soldados. Tras cuatro años de lucha poco convincente, Aníbal pidió ayuda a su hermano Asdrúbal Barca, quien inmediatamente salió de Hispania. No obstante, Asdrúbal fue sorprendido, derrotado y asesinado en el 207 a.C. por el cónsul romano Cayo Claudio Nerón en la batalla del río Metauro.


LA ESTRATEGIA DE ANIBAL BARCA:

La estrategia utilizada por Roma durante la guerra contempló dos objetivos: la expulsión de Anibal de Italia y la eliminación del poder cartaginés en España, ya que ésta era la base que suministraba los medios a Cartago para la continuación de la guerra. Por su parte Cartago jugó una baza, tal vez la única oportunidad que se le ofrecía, que consistía en alimentar los sentimientos de independencia de los galos del Norte, dominados políticamente por Roma, pero cuya soberanía aún no estaba consolidada. En el 218 a.C. Aníbal atravesó los Alpes con su ejército. Sólo con 20.000 soldados de infantería y 6.000 caballeros llegó Aníbal a Italia. Todavía antes de terminar el año logró sus dos primeras victorias sobre los ejércitos romanos en dos afluentes del Po, Tesino y Trebia. Como Aníbal esperaba, los galos se unieron a él. En el 217 a.C. Aníbal atravesó los Apeninos, contando con la presencia de muchos galos que reforzaban su ejército. En el lago Trasimeno (cerca de Perugia) derrotó de nuevo a un ejército romano muy superior a él, a cuyo mando estaba el cónsul Cayo Flaminio. Prácticamente el ejército romano fue aniquilado. Murieron más de 15.000 soldados y otros tantos fueron hechos prisioneros. La estrategia de Aníbal en este caso era significativa: si los prisioneros no eran romanos, Aníbal los dejaba marchar sin rescate. Sabía que su éxito dependía de las brechas que pudiera abrir entre Roma y sus aliados. Pero los etruscos adoptaron una actitud pasiva. Aníbal decidió entonces abandonar Etruria y se dirigió hacia el Piceno. Gran conocedor de los puntos débiles de Roma, se encaminó desde el Piceno hacia la Apulia. Desde allí esperaba lograr el apoyo de los samnitas y lucanos. En el 216 a.C. se produjo uno de los acontecimientos bélicos más trascendentes de la historia militar antigua: en la Apulia, en Cannas, el ejército cartaginés con no más de 40.000 infantes y 10.000 caballeros se enfrentó con un ejército romano que le doblaba en número, al mando de los generales Paulo y Varrón. Aníbal logró que cayeran más de 70.000 soldados romanos e hizo prisioneros a otros 10.000. Por su parte, el ejército de Aníbal perdió únicamente 6.000 soldados. La conmoción en Roma fue tremenda. Después de Cannas, la mayor parte de la Italia meridional se pronunció a favor de Aníbal: los samnitas, los mesapios, lucanos y brutios, las ciudades de Capua, Tarento, Metaponto y Turios. Incluso Siracusa -cuyo rey Hierón murió pocos meses después de la batalla de Cannas- se puso de acuerdo con Aníbal. Además, en el 215, Aníbal concluyó un tratado de alianza con Filipo V de Macedonia -cuyo consejero era Demetrio de Faros, sin duda el gran impulsor de esta alianza- por el que se comprometía a desembarcar en Italia un ejército y doscientos barcos. La estrategia de Roma ante esta coalición consistió, por una parte, en neutralizar a Macedonia, para lo cual en el 212 Roma firmó con los etolios un pacto bastante deshonroso contra Macedonia: la tierra conquistada en Macedonia sería para los etolios y el botín transportable, para los romanos. En segundo lugar, decidió aplicar en aquellos lugares -por insignificantes que fueran- que habían hecho defección a favor de Aníbal, escarmientos que inculcaban el temor sobre los otros pueblos aliados de Cartago. Así, por ejemplo, en el 214 a.C., Casilino fue destruida por completo, poco después cayó Tarento y 30.000 de sus habitantes fueron vendidos como esclavos. En tercer lugar, Roma había enviado tropas a Hispania para impedir el envío de tropas cartaginesas y de ayuda económica a Aníbal. Allí, al frente del imperio cartaginés estaban un hermano de Aníbal, Asdrúbal, y Magón. Publio Cornelio Escipión, al frente de un ejército romano emprendió la conquista de la zona peninsular controlada por Cartago, llegando a controlar la propia Cartago Nova, que era el centro del poder cartaginés en Hispania. En el 208 a.C., Asdrúbal, el hermano de Aníbal, abandonó Hispania con los restos de su ejército intentando llegar hasta el Sur de Italia sin conseguirlo, ya que fue derrotado por los romanos junto al Metauro. Pero además, la muy superior flota de guerra romana prácticamente tenía cerrado todo el movimiento de tropas cartaginesas por mar y, sobre todo, impidió el desembarco de mercenarios enviados desde Cartago a Italia e hizo imposible todo intento del rey de Macedonia de cumplir la promesa hecha a Aníbal. Aníbal resistió este cerco, manteniéndose en los Abruzos, hasta el 203 a.C., año en que condujo a Cartago por mar a sus últimas tropas. Al llegar, ya había desembarcado Escipión en Africa y en el 202 a.C. tuvo lugar la última y definitiva batalla de la llamada segunda Guerra Púnica, en Zama. Aníbal ya no pudo ganarla y el tratado de paz impuesto por Escipión el Africano significó el fin de Cartago como poder independiente. Después de la segunda Guerra Púnica, Roma como era previsible, aplicó en Italia durísimas represalias a aquellas comunidades que habían apoyado a Aníbal. Así, por ejemplo, los brutios fueron desprovistos de todo tipo de instituciones urbanas y sólo se les permitió participar en los ejércitos romanos como criados. Por el contrario, otras comunidades fueron castigadas a proporcionar tropas en cantidades enormes. Todas ellas perdieron además territorios que fueron a engrosar el ager publicus, tierras del Estado romano. Respecto a los galos, los boyos dejaron sencillamente de existir, como antes había sucedido con los senones. Los cenomanos e ínsubros perdieron la libertad. En la práctica, gran parte de la Italia del siglo II a.C. quedó sometida al gobierno directo de Roma; muchas comunidades perdieron cualquier tipo de autonomía o independencia. La zona del Po fue sembrada de colonias militares romanas desde Aquileya a Plasencia y definitivamente sometida. Y como consecuencia del éxito militar romano, gran parte de la Peninsula Ibérica -la franja costera mediterránea y el Sur- quedaron bajo el dominio romano.







1 comentario:

juan dijo...

Creo que en mi opinion personal puedo decir que Anibal en gran medida fue uno de los mas ingeniosos enemigos que roma pudo tener.
Anibal no hubiera soportado haber muerto en manos de los romanos, por lo que lo llevo a su suicidio.

Espero que mi trabajo no aburra al leerlo.